sábado, 29 de septiembre de 2007

Kekuleña

Cuenta la leyenda que, completamente agobiado por el problema, August von Kekulé encontró la solución a la estructura del benceno en un sueño en el que dos fieras serpientes se mordían una a otra la cola, generando una figura circular (otra versión que leí habla de una sola serpiente mordiendo su propia cola). El episodio ha pasado a la historia como "El sueño de Kekulé".

La imagen de la serpiente mordiendo su propia cola aparece en múltiples simbologías orientales antiguas como una representación de un universo cíclico (el eterno retorno y la condena inevitable a repetirse a sí mismo como convicciones culturales). Esa misma imagen se me ha presentado recurrentemente, no en sueños; sí en las posibles construcciones con las que pretendo interpretar un fenómeno mucho más banal que el discurrir del universo: el fracaso educativo.

Cuando Marshall McLuhan afirmó que "El medio es el mensaje", aludía a la fuerte e inevitable influencia que el medio seleccionado le confiere a la forma que adquiere el mensaje (no puedo poner animaciones en un libro impreso, pero es un desperdicio no agregar animaciones a un mensaje multimedia). Lamentablemente, las palabras (por lo demás sumamente influyentes) de McLuhan han sido interpretadas libremente como una autorización cultural para otorgar mayor importacia al medio o a las formas que al mensaje o contenido.

Y mira a qué me refiero: cuando a los estudiantes de secundaria se les pide que busquen, seleccionen y organicen información para hacer resúmenes, y que después usen esos resúmenes en un producto público, como un tríptico o un periódico mural, el propósito es que aprendan a buscar, seleccionar, organizar y resumir información; no que aprendan a hacer trípticos o periódicos murales. Lo malo es que muchos educadores (autores de libros y asesores técnico-pedagógicos incluídos), le otorgan mayor relevancia a la elaboración de la forma que a la construcción del contenido. McLuhan mal interpretado. Esto ocurre en primer grado de secundaria.

Por otro lado, al llegar a séptimo semestre, los estudiantes normalistas deben elaborar un Documento Recepcional cuya principal característica es que se trata de un ensayo reflexivo (hay muchos tipos de ensayo) sobre su experiencia docente a lo largo del séptimo y octavo semestres de práctica profesional. Pues resulta que en mi Normal ya muchos alumnos estaban elaborando su documento aún antes de tener la primera sesión de práctica docente. El problema es que los focos de atención para la mayoría de los Asesores (así nombran a los docentes responsables de los alumnos en Servicio Social) son: ortografía, formato de citas (de acuerdo a las intolerantes normas APA), cantidad de páginas y márgenes; es decir: forma por sobre todo.

¿El contenido? ¡Já! Se requiere de cierto nivel académico para revisar y corregir contenidos. Lo otro se revisa con un diccionario y con una regla en la mano.

¿Ves? Ahí está una hermosa serpiente dorada y brillante. Resplandeciente en la belleza de su forma y sus ornamentos, pero completamente hueca. No es un augurio de progreso; es un símbolo de repetición: así como en el principio en el final (retruécano lastimero de la mediocridad). No muerde su cola para inspirar la transformación, sino para tragarse a sí misma y convertirse, a mediano plazo, en su propia mierda.

Y aún preguntarán si la cantidad es la correcta.

martes, 25 de septiembre de 2007

Cultísimas personas

En una computadora de la Normal:


Nada más qué decir.

lunes, 24 de septiembre de 2007

We are the champions

El día de hoy por la noche me encontraba sentado en la biblioteca, realizando algunas actividades personales, cuando se abrió la puerta de manera poco usual (no sabría definirlo; no se trató de un acto violento, pero sí fue diferente a la forma en que habitualmente se abre una puerta). Poco a poco, pero de forma constante, decenas de jóvenes, hombres y mujeres, comenzaron a llenar el espacio, ocupando los muchos asientos disponibles. Uno de ellos me preguntó amablemente que si podían tomar las sillas que yo no estaba ocupando, a lo que accedí.


Después me enteré de que son alumnos de primer semestre que están protestando por algo que no sé aún (pero prometo averiguar) y en consecuencia se niegan a tomar clases. Me di cuenta de que están bastante unidos, aunque se mueven bastante en el desconcierto.


Pero lo que me llamó la atención, y me motiva a escribir este texto, es la sensación que me provocó la llegada en orden de esas oleadas de jóvenes brillantes (no olvides que fueron los mejor calificados en un examen de admisión que dejó a mucha gente fuera) a la biblioteca; tan decididos, tan ordenados... tan de película.


Al verles entrar vinieron a mi mente los acordes, la letra y la emoción de Queen interpretando “We are the champions”; me habría gustado tener mi cámara en la mano para grabarles.


Después pensé que me recordaban alguna escena vista en una película; tal vez, me dije, de alguna manera me recuerdan aquel glorioso momento de “La sociedad de los poetas muertos” donde todos los estudiantes se suben a los escritorios como homenaje a su querido maestro inadaptado social y cultural; pero no.


Entonces, como un relámpago impío, la luz se hizo en mi mente: la película que me recordaron fue “La venganza de los nerds”.


Que pena; pudo ser heróico.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Confianza ganada

El volante reza así: "Aviso importante. Proximamente SE REESTRUCTURARÁ EL SERVICIO DE INTERNET y para que tengas salida a internet el departamento de informática necesitará que tengas el siguiente dato de tu laptop a la mano." Continúa después con una serie de instrucciones para localizar la dirección física del adaptador inalámbrico.

Tengo muchos años usando Internet. He contratado todo tipo de cuentas. Me he conectado inalámbricamente en muchísimos lugares... y nunca me habían pedido ese dato. "¿Cuál sería el riesgo de proporcionar este dato?" Pregunta hecha a alguien que sabe mucho más que yo de computadoras. "Pueden entrar libremente a tu sistema, revisar todo lo que tienes, incluso modificar cosas sin que te des cuenta.", es la respuesta. "Sólo debes proporcionarlo a gente en la que confías plenamente; es como entregar todas tus contraseñas.", concluye.

Recuerdo que uno de los grandes triunfos del departamento de informática ha sido detectar alumnos que visitaban páginas con contenido considerado inapropiado. Aún resuenan los ecos de aquella gran batalla verbal contra el alumno que estaba viendo pornografía y fue enfrentado por los agentes de la policía informática en su propio salón. Las restricciones para navegar y visitar sitios que ELLOS consideran "no adecuados" son reguladas por medio de un proxy que filtra por igual a alumnos y docentes ("Aquí no hay preferencias para nadie", dice el Secretario General de la Institución, mientras veo cómo las secretarias, directivos y empleados de informática navegan por sitios que para mí están vedados).

¿Confiar en quienes ya monitorean y regulan lo que puedo hacer en Internet, y aún así piden más? ¿En una escuela donde el 90% del software que se usa es ilegal y se usa el conocimiento informático para ocultarlo? ¿En un lugar donde ya se habla claramente de lo dañinas que son las ideas para el desarrollo profesional? (Sólo el discurso oficial mantiene la falacia de la apertura) ¿En quienes han hecho todo lo posible por ocultar sus manejos financieros y todo aquello que por Ley debería ser transparente? ¿Donde los beneficios laborales están supeditados a la sumisión ideológica? ¿Donde venganzas personales pueden resolverse con el uso de la fuerza institucional?

No lo creo, Gran Hermano. No me interesan tus justificaciones. Quédate con tus dádivas. Yo tengo Internet en casa; y en todo caso, en la Macroplaza es gratis y no me piden que ponga mis intimidades a su vouyerista (y temo que perversa) disposición ("¿Y por qué lo ocultas?" / "¿Y por qué te lo tendría que mostrar?").

Cuida tu karma.

Besitos.

martes, 18 de septiembre de 2007

Textos sentidos y sentido textual

Dos procesos, diferentes y deseadamente simultáneos que, sin embargo, suelen presentarse de manera aislada o simplemente no se presentan. Me refiero a la comprensión y a la recepción como procesos que se dan en la relación entre texto y lector. En forma simple, la comprensión se da cuando entendemos (incluso cuando interpretamos) el contenido de un texto; la recepción se refiere a la capacidad del lector para construir un sentido personal a partir del texto (en cambio, la reconstrucción del sentido que trató de plasmar el autor en su texto es una tarea de la hermenéutica, cosa que poco importa al grueso de los lectores).

Visto de otra manera: puede ser que escuche una canción y le entienda perfectamente, pero su mensaje me sea completamente indiferente, hablamos entonces de comprensión sin construcción de un sentido; por el otro la'o, en ocasiones me fascina una canción en inglés que no entiendo pa' na', pero me parece muy emotiva (-¡No pongas esa, porque me meo! -¿Qué dice? -No sé, pero me meo.), entonces estoy viviendo un proceso de construcción de un sentido, aunque no tenga la menor proximidad con la comprensión del mensaje, cuyo contenido es generalmente intuido a partir de un título. Por cierto, algo parecido me pasa a mí con las canciones de Alejandro Sánz, me gustan mucho, pero el puto habla como si tuviera diarrea en una fila de 20 antes de llegar al baño, así que habitualmente no le entiendo ni madres.

La recepción o construcción del sentido es un proceso que se manifiesta con mayor facilidad en la relación con los textos poéticos. He tenido alumnas de secundaria que alucinan fervorosamente con los poemas y sonetos de Sor Juana, aunque no les entiendan "jota". Hay gente que puede enamorarse de libros que no ha leído completos. También hay gente que habla de los libros como si los hubiera leído, aunque sólo saben de ellos lo que han escuchado o leído en las solapas, pero eso es otra cosa.

Lo otro, lo de comprender sin llegar a la construcción de un sentido, es frecuente que se presente en relación con los textos informativos, como en el caso de las noticias: te enteras de que algo ocurrió, entiendes perfectamente qué ocurrió, por qué, y qué consecuencias tuvo, pero no te significa nada en lo personal, te tiene sin cuidado. Como cuando muchos maestros presentan su tema y los alumnos dicen por lo bajo: "Sí, sí. Eso está muy bien, pero para qué carajos nos sirve".

Leí este domingo un texto de Pérez Reverte que me ayudó a resignificar en lo personal la importancia de comprender y otorgar un sentido a los textos (el sentido, ¿se otorga o se extrae? de eso te hablaré posteriormente). Cito (el remarcado es mío):
Estoy sentado en una terraza, leyendo junto al viejo puerto del castillo del Huevo, en Nápoles. Y me digo que los libros sirven, entre otras cosas, para amueblar paisajes. Llegas a tal o cual sitio, aunque nunca antes hayas estado allí, y las páginas leídas permiten ver cosas que otros, menos afortunados o previsores, no son capaces de advertir. Un islote despoblado y rocoso del Mediterráneo, por ejemplo, es sólo un pedrusco seco cuando quien lo contempla desconoce las peripecias de Ulises y sus compañeros. Sin Lampedusa y su Gatopardo, Palermo no sería más que una calurosa e incómoda ciudad siciliana. Quien viaja a México ignorando los textos de Bernal Díaz del Castillo o de Juan Rulfo, no sabe lo mucho que se pierde.
Entonces, como me han dicho que escribió Freyre (yo nunca lo he leído): "Leer no es sólo leer-leer, es transformar el mundo a través de lo leído". Perdóname si la cita no es textual, en todo caso, supongo que es el sentido el que prevalece; y de eso estamos hablando.

Mucho texto para un post. Leete a Oscarín, le rinde un homenaje muy sentido a su padre; leete a Ileana, habla de una maravilla de experiencia en la forma en que puede hablar de una experiencia maravillosa quien la sabe reconocer; leete a Josué, nos platica lo que ocurre con la gente que se anquilosa en sus anquilosadas prácticas docentes; leete un libro, te habla al oído. Y si quieres leerte a Reverte, aquí te dejo la dirección: Artículo completo.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Punto de lectura

Ayer, gracias a Gloria, conocí la página de Punto de lectura.

www.puntodelectura.com

Para contextualizarte: Se trata de una colección que maneja bajos precios en la edición de textos tanto consagrados como nuevas propuestas. Forma parte del consorcio de Alfaguara.

Pero lo más interesante es que ofrece, además de un amplio catálogo bibliográfico que es altamente accesible a cualquier bolsillo (no seas tacaño, compra libros), la oportunidad de leer las primeras páginas (en ocasiones bastantes) de muchas de las obras que se han publicado.

Si te animas a visitarla, te recomiendo que revises el apartado de inéditos. Si te encuentras algo que realmente consideras que vale la pena, no dejes de comentármelo.

Por ahora, yo estoy leyendo "La inmortalidad" de Milán Kundera (Tusquet Editores), y sí lo recomiendo.

¿Qué estás leyendo tú?

viernes, 7 de septiembre de 2007

Flashback III

¿Todo mundo miente? ¿O sólo miente quien espera sacar provecho de la mentira?

Originalmente publicado el 2 de abril de 2003:


De apariencias que engañan II

Continuo con mi valiosa aportación cultural al espacio de los conocimientos inútiles que todo individuo debe poseer para demostrar que sabe cosas que no sirven para nada. Hoy nos ocuparemos del vocablo alemán kitsch.

Kitsch: Umberto Eco, en su ensayo Estructura del mal gusto (Apocalípticos e integrados, Lumen, 1999), toma la explicación de Ludwig Giesz; cito: «la primera aparición de la palabra data de la segunda mitad del siglo XIX, cuando los turistas americanos que deseaban adquirir un cuadro barato, en Mónaco, pedían un bosquejo (sketch). De ahí vendría el término alemán para designar la vulgar pacotilla artística, destinada a compradores deseosos de fáciles experiencias estéticas».

Por su parte, Milán Kundera llama kitsch a las acciones gubernamentales tendientes a ocultar la realidad del estado; con obras fastuosas que no resuelven nada, discursos optimistas pero falsos que pretenden negar los problemas sin resolverlos, con actitudes paternalistas y protectoras que difieren la búsqueda de soluciones; en suma: ocultando la incompetencia con apariencias.

Entendido de esa manera, es kitsch regalarles bicicletas a los niños pobres para que lleguen a las escuelas que están lejos en lugar de ofrecerles alternativas más accesibles de educación; es kitsch decir que la economía del país está mejor que nunca cuando esa mejora se encuentra lejos de los bolsillos de los ciudadanos; es kitsch gastar cantidades ofensivas del presupuesto estatal en un puente atirantado cuando existen graves problemas de vialidad no resueltos; es kitsch decir que Nuevo León tiene el primer lugar en educación del país haciendo una manipulación de los resultados de evaluaciones que no tienen nada que ver con el rendimiento escolar del estado; es kitsch el uso de términos como "unidad", "amistad", "diálogo", "democracia", "participación" en el contexto de sistemas autoritarios y cupulares.

A diferencia del snobismo, que puede llegar a resultar cómico y hasta simpático, el kitsch raya en los umbrales de la perversión, pues está constituido por acciones intencionadamente orientadas al engaño y a la manipulación. Yo me atrevo a afirmar que actualmente, tanto a nivel nacional como local, estamos viviendo en la cultura del kitsch, y lamentablemente cada vez cuenta con más seguidores.


Aclaro que se trata de una transcipción. En el presente cambiaría algunas afirmaciones, pero entonces estaría haciendo trampa contra la memoria.

Total: el kitsch no se acaba.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Do it, do it, one more time...

Humberto Cueva, de quien tantas cosas tanto buenas como tanto malas he aprendido, solía despotricar (mas no necesariamente profesar) contra el actividismo (en realidad él lo llamaba "activismo", pero la palabra me parece inoportunamente cargada de significados muy oportunistas); me gusta más mi recién acuñada: "actividismo".

Uno de los principales fallos que podemos detectar en la actuación de una gran cantidad de docentes es la inexplicable compulsión a llenar cada segundo de la sesión con actividades, tengan éstas relación con el logro de propósitos y objetivos o no. Esta es la actitud que llamo actividismo: el afán por llenar horas-clase con actividades hasta la saturación.

Y es que hay mucha gente que sigue pensando que la principal misión de los maestros es mantener a sus alumnos ocupados para que no le estén jodiendo el alma al prójimo. En el colmo del exceso actividista, toda actividad de reflexión, incluso de autorregulación o metacognición, debe ir respaldada por una cantidad abundante de evidencias físicas.

Digo, sólo para contextualizar el peso de la crítica: cuando decides, por ejemplo, si la pizza que vas a ordenar será de jamón o de salami ¿haces un cuadro comparativo de características, o un mapa conceptual, o un tríptico? De ese tamaño son los absurdos en que se cae cuando te esfuerzas por dejar evidencia de cada paso en un proceso cognitivo como, entre muchos otros, la construcción del conocimiento.

A principios del siglo XIV, Guillermo de Occam postuló el principio: Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem, que puede traducirse como: No multipliqueis innecesariamente los entes, o No ha de pretenderse la existencia de más entidades que las necesarias. Esto, dicho en un lenguaje llano, significa que deben preferirse las soluciones sencillas (llamadas parsimoniosas o económicas por la ciencia) sobre aquellas que requieren mayor esfuerzo intelectual para su explicación.

En docencia es lo mismo. En ocasiones, una pregunta oportuna, un comentario bien planteado, o una explicación clara y breve, pueden reemplazar, e incluso superar, a una secuencia extensa de actividades como recurso didáctico para el logro de unos aprendizajes. El parámetro debe ser el logro de los propósitos educativos y no la necesidad de mantener a los alumnos ocupados.

Digo, si lo que quieres es entretener adolescentes (o adultos), contrátate en un salón de fiestas como animador-a.

Lo más sencillo es lo que mejor funciona y menos se descompone.

Cañonazos

Tengo que aceptar que me gustan mucho las modificaciones de infraestructura que se están haciendo en la escuela donde trabajo. Viejos e incómodos salones están siendo reemplazados por cómodos espacios diseñados y amueblados con buen gusto y funcionalidad. Espero tener la oportunidad de trabajar en alguno de esos espacios algún día.

Si a las tareas académicas se les pusiera la mitad del empeño, libertad y funcionalidad que se le otorga a las cuestiones materiales, otra sería la Normal que tenemos. El problema es que el Comité Ejecutor del STENSE tiene secuestrada a la academia y a la administración y, junto a gente valiosa y competente (que sí la hay; la Normal no ha sobrevivido y crecido sólo por bondad divina), se desempeñan personas sin más talento que la precisión aduladora que se encuentran cobrando la cuota de puestos del sindicato.

Este año seré asesor de alumnos del cuarto año de la carrera. Si bien sería un exceso de autoadulación decir que se trata de un acierto de la administración, sí puedo afirmar que mi inclusión en el cuerpo de asesores, así como la de mi nadasimpáticoparalaburdamafia compañero, Gilberto, es evidencia de un intento por comenzar a hacer las cosas de un modo diferente. Por ahora, esos son los hechos; después veremos consecuencias e implicaciones.

Quienes me conocen saben que profeso un muy marcado afecto hacia Lety (incidentalmente mi actual directora), aunque no me tiente el corazón para criticarla. En esta ocasión tengo que decir que me siento contento de ver que algunas cosas le están saliendo bien. Incluso estoy contento de que se me de la oportunidad de entrar en un espacio que si bien no es ningún premio (tengo que trasladarme largas distancias sin contar con protección laboral contra accidentes o daños a mi coche, no me apoyan con el combustible, y tampoco con el mantenimiento que se hace necesario en periodos más cortos de tiempo), me permite agregar mis aportaciones y puntos de vista a una tarea que parecía agotada.

Quien no me conozca pensará que ya recibí un buen "cañonazo" de esos que mueven conciencias y suavizan opiniones.

Ya veremos la próxima vez.