jueves, 20 de noviembre de 2008

Sangre joven

El día de hoy, fuera de chungas, quejas y chascarrillos, valió la pena estar el 20 de noviembre en la ENSMSG. Los alumnos, con la coordinación de sus propias organizaciones, tuvieron una especie de kermesse-nochemexicana que, francamente y contra toda expectativa, fue un éxito. Me dio mucho gusto ver los centenares de alumnos que colmaron la zona que tomaron como punto de reunión. Debo mencionar que aunque en mis minis mencioné que se trataba de la inauguración del Paseo Santa Leticia, dicho lugar no fue ocupado; no sé si porque se los prohibieron o porque ellos tomaron la iniciativa. Lo cierto es que aprovecharon muy bien el espacio y organizaron un festejo memorable. También hubo un periódico mural que rescata la escencia informativa de un periódico en vez de la mera decoración alegórica.

Muchas cosas han pasado desde aquella noche mexicana en que los directivos mandaron cerrar las puertas para que nadie se fuera. Hoy no fue necesario obligarlos a estar ahí: ellos quisieron quedarse. Hubo música en vivo, rifas, golosinas, juegos, baile, apuestas, un toro mecánico, fotografías con Santa Clos y el Muñeco de Nieve, el Hombre Araña bailando, Adelitas norteñas, próceres redivivos y Elmo saludando; videojuegos, retos de habilidad, tiro al blanco (con dardos y con arco y flechas), churros azucarados, frutas cubiertas de chocolate, conchitas, palomitas... Todos los grupos participaron de alguna manera, y los únicos viejitos éramos los maestros, porque el resto de asistentes eran una pléyade de jóvenes felices de estarse divirtiendo. Mis alumnos de quinto de español, con los que viajaré a Real de Catorce este fin de semana, estuvieron con su instalación de Registro Civil en la que se celebraron muchísimas bodas, incluyendo una de carácter les', claro que todo dentro del buen humor que genera este tipo de convivencias.

Me da gusto que al fin comience a generarse una dinámica distinta al aturdimiento consuetudinario que se había apoderado de nuestra escuela. --Me acordé de los tremendos bailes que se organizaban en los patios de la normal hace 20 años; se contrataban grupos de alto calibre y las instalaciones se ponían a reventar, habitualmente con gente de más de 20 años. Eso sí: corría la cerveza y otras bebidas alcohólicas a granel; aquello era como una extensión de la Expo. Pese a todo era divertido y, muy a su manera, sano. --Fin del recuerdo. Lo de hoy es distinto. Los muchachos se divierten sin buscar el aturdimiento. Se disfrazan y se gastan bromas. Se saludan y se aplauden unos a otros. No hay alcohol ni excesos: sólo sana diversión. Me gusta. Bien por ellos.

Espero que se repita.

martes, 11 de noviembre de 2008

De maestros arrastrados que no hacen lo que les corresponde

"El principito estaba sorprendido. Aquel planeta era tan pequeño que no se explicaba sobre quién podría reinar aquel rey.
—Señor —le dijo—, perdóneme si le pregunto...
—Te ordeno que me preguntes —se apresuró a decir el rey.
—Señor. . . ¿sobre qué ejerce su poder?
—Sobre todo —contestó el rey con gran ingenuidad.
—¿Sobre todo?
El rey, con un gesto sencillo, señaló su planeta, los otros planetas y las estrellas.
—¿Sobre todo eso? —volvió a preguntar el principito.
—Sobre todo eso. . . —respondió el rey.
No era sólo un monarca absoluto, era, además, un monarca universal.
—¿Y las estrellas le obedecen?
—¡Naturalmente! —le dijo el rey—. Y obedecen en seguida, pues yo no tolero la indisciplina.
Un poder semejante dejó maravillado al principito. Si él disfrutara de un poder de tal naturaleza, hubiese podido asistir en el mismo día, no a cuarenta y tres, sino a setenta y dos, a cien, o incluso a doscientas puestas de sol, sin tener necesidad de arrastrar su silla. Y como se sentía un poco triste al recordar su pequeño planeta abandonado, se atrevió a solicitar una gracia al rey:
—Me gustaría ver una puesta de sol... Deme ese gusto... Ordénele al sol que se ponga...
—Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia, o de transformarse en ave marina y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?
—La culpa sería de usted —le dijo el principito con firmeza.
—Exactamente. Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar —continuó el rey. La autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables.
—¿Entonces mi puesta de sol? —recordó el principito, que jamás olvidaba su pregunta una vez que la había formulado.
—Tendrás tu puesta de sol. La exigiré. Pero, según me dicta mi ciencia gobernante, esperaré que las condiciones sean favorables.
—¿Y cuándo será eso?
—¡Ejem, ejem! —le respondió el rey, consultando previamente un enorme calendario—, ¡ejem, ejem! será hacia... hacia... será hacia las siete cuarenta. Ya verás cómo se me obedece."

martes, 4 de noviembre de 2008

Happy Birthday

Mi querida Escuela Normal Superior habría celebrado hoy su cuadragésimo séptimo aniversario. Lo habría celebrado digo, porque no hubo celebración. Es lamentable, pero por primera vez en su historia, las tareas burocráticas y las urgencias no atendidas resultaron más importantes que una ceremonia de celebración.

Y mira que no soy persona de celebraciones; me gusta la convivencia, sí, pero no porque sea un fanático de celebrar fechas o metas... pero respeto los ritos y las ceremonias. Sé que hay circunstancias y actos sociales que van más allá de la justificación o de la racionalidad. Sé que nada cambiará con o sin ceremonia. Pero me molesta que algo tan ceremonial sea tomado de forma utilitaria. Es como el caso de las bodas: la gente no se vuelve más fértil o más amorosa porque participe en el rito del matrimonio, pero es una forma de dar consistencia a la estructura de la sociedad. Igual pasa con las celebraciones institucionales.

Lo que sí me parece rayano en el absurdo es que el único acto de celebración, una manta colgada en el frente de la escuela, sea un mero acto narcisista de autocomplacencia: masturbación pública que mucho tiene de exhibicionismo. ¿Por qué? Porque en vez de presentar la fachada de nuestra escuela, presenta una vista de la parte trasera. Y nuestra Alma Mater se vuelve una puta como las que veía cuando adolescente pasaba en bicicleta por las calles de la Coyotera, que al vernos pasar se levantaban las faldas para mostrarnos sus pubis o sus nalgas como eficiente reclamo de seducción ante la falta de otros encantos.



¿Cuál es el razonamiento para esta decisión? ¿Que se trata de lo más importante que se ha hecho en estos tiempos? ¿Sólo aquello que se compra con dinero merece ser mostrado? ¿O sólo hemos sido capaces de hacer aquello que se consigue con dinero?

Una exhibición de los entresijos: un canto al fracaso.

Aún así.

Feliz cumpleaños, Escuela Normal Superior "Profr. Moisés Sáenz Garza".