Octubre fue un mes espantoso para mí en más de un sentido. Primero me tocó ser Jurado en un montón de concursos de oposición, de esos que te hacen ver como un intolerante al tiempo que te permiten urgar entre las intimidades intelectuales de gente a la que podrías respetar (también te da la oportunidad de comenzar a respetar a gente a la que previamente no tomabas en serio). Fue cansado y desgastante.
Seguí con mi nueva rutina de ir a caminar a Chipinque los martes, jueves y domingos, y en una de esas cogí un enfriamento que me provocó un resfriado.
Estuve cinco días en México tomando un curso, pero el resfriado que agarré en Chipinque se transformó en una gripa que me tuvo atarantado durante todo el tiempo del curso; de hecho, al volver a Monterrey caí en cama con una bronquitis cabrona.
Me robaron por segunda ocasión el estéreo de mi coche, le destrozaron el tablero y lo dejaron en muy malas condiciones.
Pinche octubre. Que bueno que ya se acabó.
3 comentarios:
No estoy de acuerdo contigo, tan lindos que son los octubres. Por otro lado ¿a mi me tomabas en serio?
No comiences; así se hacen los chismes.
Perdón por interrumpir, pero coincido con Lucy. A Octubre lo envuelve, la sublime belleza de la humedad y el sereno, lástima que te hayas expuesto en tan poca ropa y que te ocasionará un resfriado.
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