martes, 8 de enero de 2008

Propósitos

El día de hoy estuve en Chipinque, recuperando la práctica de la caminata que había abandonado desde finales del año pasado. A diferencia de otros martes, en esta ocasión la cantidad de deportistas fue bastante abundante, "Propósitos de Año Nuevo", pensé, "a ver cuánto les dura", sentencié envidioso de que, a pesar de mis múltiples ascensos previos, los grupos de caminantes (féminas entre los 30 y 40 en su mayoría) pasaran a mi lado dejándome atrás.

Una cosa lleva a otra y me puse a pensar acerca de las expectativas de vida que tiene un propósito. Yo, por ejemplo, a finales del semestre pasado (en julio de 2007) abracé con entusiasmo la idea de formar parte del equipo de asesores de séptimo y octavo semestre. Me hice el firme propósito de marcar una diferencia con mi actuación y mi experiencia ante las pobres y burocráticas prácticas vigentes al momento de orientar a los normalistas en el último tramo de su formación inicial.

Y es que desde siempre (es decir: desde que comenzamos a egresar alumnos con el Plan '99) me ha dolido personalmente la manera en que los alumnos son presionados, humillados y maltratados durante ese último año de su permanencia en la Institución: se les imponen formas de planificación didáctica inusuales y poco prácticas, se les obliga a leer textos y teorías de que nunca habían escuchado hablar, se les presiona para que elaboren un tipo de texto que nunca se les ofreció didácticamente, etc. El resultado es que muchos de ellos, casi todos, acaban odiando a la Normal y todo lo que representa. Eso a mí me da mucha pena, porque yo quiero mucho a mi escuela.

El problema es que ya se me agotó el entusiasmo que tuve al inicio, y me siento poco motivado para mantener mi propósito. Los aludes de papeles y formatos que exige la larga cadena de mandos como requisito para validar mi actuación docente me parece, además de ofensiva contra mi dignidad profesional, una molesta carga que ya me cansé de estar enfrentando. De nada sirve que gaste tiempo, esfuerzo y talento en demostrar que uno de los muchos formatos, o rúbricas, o fichas que nos presentan está mal elaborado y carece de sustento teórico, cuando detrás de el documento elidido se imponen otros tres (también mal elaborados y sustentados) que vienen a refrendar la jerarquía de quien manda.

Y es que no existe forma de rebatir los "así tiene que ser", "así está establecido" o "ese fue el acuerdo"; argumentos primitivos e irracionales, pero efectivos para marcar la postura de la autoridad.

Hace tiempo escribí sobre mi confianza de que la razón se imponga a la fuerza tarde o temprano. Sigo pensando lo mismo, pero ya me cansé de estar en medio. Voy a tragarme mi rabia y voy a tratar de llenarles todos sus estúpidos papeles. Ya no trataré de transformar nada. Voy a dedicarme a hacer mi trabajo y a esperar que termine este ciclo para alejarme de una vez para siempre de la telaraña que es séptimo y octavo semestre. Quiero volver a lo que me gusta y disfruto: impartir clases.

Aún creo que las cosas deben cambiar, aún estoy convencido de que nuestra escuela puede mejorar; pero eso no va a ocurrir con la estructura y las personas que están al frente actualmente: una estructura debe ser flexible para ser modificada, y la modificación debe suponer un beneficio evidente para la estructura y para los usuarios. Los que mandan no están dispuestos a modificar lo que es necesario para que las cosas cambien.

Con su pan se lo coman.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En parte le doy la razón, me da tristeza recordar para el resto de mi vida el séptimo semestre en la Normal Superior, como el peor de toda mi formación docente, pues en él recibí humillaciones, prepotencia, críticas negativas y destructivas sobre mi trabajo, que me provocaron angustia, coraje y resentimientos a tal grado de querer mandar todo al diablo.

Pero, no terminaré odiando la Normal Superior, ¿Y sabe por que? por que a lo largo de seis semestres, conocí a maestros valiosísimos, maestros con verdadera vocación, con gran calidad humana; como usted que con su gran preparación y experiencia se han entregado a esta labor tan difícil que es: la formación de docentes. Y eso no se puede tirar a la basura por culpa de una persona que quiere esconder sus complejos y falta de preparación en la prepotencia.


Pero no perdamos la fe, también hay gente buena y valiosa a cargo de nuestra escuela y gracias a una de esas personas ha vuelto a mí la confianza para terminar mi carrera sin obstáculos.

Pero si espero al igual que usted, que la situación cambie. En este momento dista mucho de ser posible pero algún día puede suceder. ;)

Luz Rodríguez Llanes dijo...

¡Y la lucha sigue!