domingo, 13 de abril de 2008

¿Sí se puede?

"La ola" y la acuñación de la frase "Sí se puede", constituyen dos de las principales contribuciones regias a la cultura popular contemporánea. La primera se encuentra orientada específicamente al apoyo a los equipos en eventos deportivos; la segunda, aunque nacida en una campaña política y de la imaginación de un equipo publicitario, ha logrado una aplicabilidad insuperable en todo ámbito y situación.

"Sí se puede" es una frase que sintetiza de una forma muy clara y evidente la aspiración de una sociedad por escalar alturas y alcanzar logros que históricamente le han estado vedados.

"Sí se puede" clama la multitud esperanzada cuando el equipo de sus pasiones salta a la cancha a enfrentar al rival al que nunca ha podido vencer.

"Sí se puede" exclama al borde de las lágrimas (mientras besa una estampa de la Virgen de Guadalupe) el prietito flaquito-flaquito que ganó una medalla de cobre en loquesea representando a México en una justa internacional contra Guatemala y Surinam.

"Sí se puede" arenga el candidato opositor y claro perdedor en las encuestas para animar a sus partidarios a sumar votos y voluntades para su causa y para el bienestar de su patrimonio (del candidato, no de sus partidarios).

"¿Sí se puede?" le preguntó un reportero (en ese nuevo estilo huevón de entrevistar que se ha puesto de moda) a Alejandro González Iñárritu, con ocasión de la nominación de su película "Amores perros" al Oscar para la mejor película extranjera... y Alejandro lo mandó al diablo. Y externó la valoración más clara y lapidaria que se puede hacer para una expresión de culto: "No me gusta esa frase porque me parece muy perdedera"(sic).

Y es que lo cierto es que el "Sí se puede", más que un grito de guerra es una expresión de la frustración de quienes nunca logran nada y le otorgan al triunfo características de milagro o evento circunstancial. Lo usa el que siempre pierde y espera ganar alguna vez; o quien siempre se ha sentido humillado y sueña con cobrar retribución. Es un grito de impotencia: el reemplazo al llanto por el dolor de no ser.

En algún momento anterior escribí sobre la voz pasiva reflexiva que, además, tiene la característica de ser impersonal: "se piensa", "se dice", "se pretende", "se puede", etc., donde resulta evidente la falta de una persona gramatical que realice la acción. En el caso del "sí se puede", la carencia de persona gramatical exime al enunciante y al resto de los participantes de cualquier responsabilidad: ¿Quién puede? ¿Tú? ¿Yo?, ¿La Divina Providencia? ¿O los otros?

Me gusta más el "Yes, we can" que el precandidato demócrata, Obama, ha difundido entre sus seguidores. "Sí, nosotros podemos" (en realidad: "sí podemos") le pone nombre al encargado de alcanzar el logro propuesto: nosotros. Es cierto que los "paisanos" se apresuraron a traducir la frase con el, más familiar para ellos, "sí se puede", pero es innegable que la frase original es bastante clara en sus alcances e intención.

Digamos "sí puedo", "sí podemos"; que los perdedores sigan llorando con su "sí se puede".

1 comentario:

Luz Rodríguez Llanes dijo...

¡ A hue..., que sí!