Creo que alguien te está asustando indebidamente con ese asunto de la evaluación y el servicio profesional docente; y me parece que está logrando su cometido, pues te veo mucho más angustiado de lo que corresponde.
Es cierto: si repruebas tres veces la evaluación en sus cuatro fases, te van a reasignar a otra tarea que no sea la docencia, y creo que esos sería lo mejor para ti y para tus alumnos; pero también creo que ese es un escenario improbable, pues sé que cursaste y concluiste exitosamente una carrera profesional que te habilitó para hacer tu trabajo, aunque (y en eso tienes que asumir cierta responsabilidad) no negarás que tienes una fuerte resistencia a continuar leyendo y formándote por tu propia cuenta. Aún así, has demostrado con anterioridad que eres capaz de aprender y de corregir tus errores; de modo que, asumiendo sin conceder que reprobaras la primera oportunidad, me parece muy improbable que repruebes la segunda vez.
Claro que hay personas que están muy preocupadas: las que nunca tuvieron que demostrar su capacidad porque se valieron de medios ilegítimos para obtener la plaza o el puesto que, por derecho, correspondía a una persona mejor habilitada. O quienes una vez que terminaron su formación inicial como docentes se olvidaron para siempre, no sólo de los textos teóricos, sino de los mismos materiales oficiales de su trabajo, como plan, programas y libros de texto; esos sí que sienten que un sudor frío corre por sus espaldas cuando se les menciona que serán evaluados en su práctica y sus conocimientos.
Imagínate esas personas, autodenominadas docentes, que en una larga trayectoria laboral apenas han dedicado unas cuantas horas para estar en un grupo, y mucho menos tiempo a preparar una clase; ¿en qué crees que piensen cuando les dicen que serán evaluados para determinar su permanencia en el trabajo que deberían estar ejerciendo desde el inicio de su relación laboral?
¿O el que compró su título?
¿O el que siempre le ha pagado a alguien más (una porción del salario que corresponde) por dar sus clases?
¿O el que no sabe enseñar y nunca se ha preocupado por aprender?
Porque yo tuve de esos como alumnos. Muchachos que nunca entraron a clases y se dedicaron a armar grupos de fuerza que luego usaron para negociar (y obtener) acreditaciones y plazas laborales. El patrón de actuación posterior siempre fue: "te presentas en la escuela, vas seis meses para que sea legal la plaza, y luego te vienes para acá y te conseguimos la comisión". Así llegaron a acumular una cantidad irracional e ilegal de plazas, horas y puestos. Cierto que esa condición ha ido disminuyendo en tiempos recientes, pero no es cierto que haya desaparecido. [Por cierto, y eso que quede entre tú y yo, radiopasillo anuncia que con la llegada del Bronco, ya se están acomodando muchos de los desplazados del SNTE y de la SE -precisamente por esas prácticas que te menciono- para retomar el control que perdieron en las tres administraciones pasadas. No me creas: eso dicen.]
Volviendo a los cocos que te atormentan. Es cierto, también, que si faltas injustificadamente tres días a tu trabajo, te pueden correr sin tocar baranda. Suena muy feo. Suena agresivo. La verdad es que faltar injustificadamente se ha convertido en una práctica consuetudinaria entre los docentes que laboran en educación pública, llegados al punto en que se asume como derecho de trabajador. Nada más lejos de la verdad: faltar injustificadamente tres ocasiones consecutivas ya era motivo de "Acta de abandono", solo que antes, quien se hacía acreedor de ella podía recurrir a un sinfín de instancias y triqiñuelas para lograr un arreglo; esas prácticas son las que se tienen que terminar.
Porque, seamos honestos, ¿qué tan difícil es justificar una inasistencia cuando esta ocurre por auténticas causas de fuerza mayor? Por otro lado no se ha tocado el derecho a tres permisos económicos de tres días por año, que se pueden usar perfectamente para dedicar esos días a asuntos personales de los que no queremos rendir cuentas a nadie. A mí me encantaría que se pudieran pedir de uno en uno, en vez de tener que hacerlo de tres en tres, pero la posibilidad ahí está. Dice la mamá maestra: "Es que mi niño va a salir en la asamblea, y no es justo que me lo pierda por estar trabajando"; ese no es un argumento válido: miles, millones de mujeres trabajadoras que son madres se pierden habitualmente a sus hijos actuando en las asambleas. Por mencionar un ejemplo.
Déjame decirte que se ha construido un edificio de falacias, respaldadas por la ignorancia de personas que antes de leer los documentos oficiales, entenderlos, discutirlos y sopesar sus alcances, se enganchan con cualquier interpretación simplona y tremendista de la ley en forma de meme o video de tono tronante y contestatario. Porque eso sí: somos proclives a asumirnos víctimas indefensas de los poderes fácticos que se han aliado con las perversas fuerzas trasnacionales para someternos a la pobreza, la ignominia social y la ignorancia.
Y es posible (es decir que no es imposible) que todo lo que está ocurriendo con los gremios y con los diferentes sectores del servicio público en nuestro país forme parte de un elaborado y perverso plan previsto minuciosamente en los Protocolos de los sabios de Sion, que ha sido milimétricamente ejecutado por una cohorte de illuminati que dominan todas las esferas del poder a nivel internacional. O mejor aún, es posible que, en caso de existir, una raza de reptilianos se ha infiltrado entre los líderes del país para joder al pueblo que, una vez sometido y sin voluntad, será confinado en granjas en las que serán convertidos en alimento para los reptilianitos y sus mascotas.
Pero lo más probable es que se trate de la lógica transformación de las estructuras y prácticas tradicionales para adaptarse a las dinámicas vigentes, más competitivas y agresivas, en nuestra sociedad.
Y lo que falta.
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