A finales del mes pasado, la secretaría de educación (con minúsculas) en el Estado, con la sumisión y complacencia de las instituciones involucradas, presentó un espectáculo masivo que pretendió hacer pasar como congreso sobre formación y actualización docente; y créeme que aquello fue todo menos lo que se publicitaba. Mi principal decepción vino de la mano de Ma. Victoria Reyzabal, Ministra de Educación en España, cuyas obras resultan un referente imprescindible para la enseñanza del español bajo los actuales enfoques, pues vino desde su país para presentar una clase de español en vez de abordar el tema convocado... de sus compañeros de mesa, ni hablar.
Me molestó mucho que se hiciera tanto montaje sin que se abrieran los espacios reales para el diálogo y la búsqueda de consensos, que finalmente es lo que se pretende en un congreso de verdad. Me pareció mal que llenaran las conferencias con maestros de primaria, secundaria, directores, etc., cuando los asistentes debieron ser los docentes de las formadoras de la región, quienes asistimos sólo en una proporción muy restringida, pues las invitaciones se repartieron con criterios que sólo Pérez Ontiveros (el encargado de las Normales) conoce... o tal vez ni siquiera él.
Por supuesto que siempre es valioso escuchar las experiencias de personas que han logrado algún avance en esta tarea, pero cuando, según resultó evidente en este evento, no hay criterios académicos en la selección de los materiales que se presentan, ocurren cosas como las que presenciamos en situaciones en que las personas que realmente tenían algo que compartir tuvieron que reducir su participación a tiempos muy limitados para cederles el espacio a pedantones que se llenaban la boca con el "YO" y que ni siquiera tenían la cortesía de limitar sus intervenciones. De hecho, una constante que identifiqué fue la siguiente: Hablan más quienes tienen menos qué decir.
Finalmente, creo que cada quien, entre sus propias filias y fobias, encontró algo rescatable en el show. En mi caso, encontré sumamente interesante y reveladora la brevísima particiáción del Dr. Sergio Arzola, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, quien de forma simple y con un lenguaje sencillo nos explicó el sentido que tiene formar docentes en competencias a través de un enfoque por competencias. El martes 23 por la tarde tuve la oportunidad de participar en una conversación más cercana con él, pues visitó nuestra Normal y mi directora Lety (por eso la quiero) me invitó a participar en la reunión a la que finalmente asistimos 6 o 7 personas que tuvimos la oportunidad de conocer más sobre este académico y sus ideas.
Algo que me quedó muy claro es que actualmente nuestro sistema educativo (en México) se debate entre dos concepciones opuestas del sentido que tiene educar por competencias, pues coexisten una visión pragmática sustentada en el pensamiento neoliberal (que es la promovida por la OCDE) y una visión humanista que se mueve en el marco de un pensamiento social demócrata (con todos los matices ecologistas, libertarios y de combate al hambre y a la pobreza que se le puedan conceder). Tal pareciera que mientras los dueños del capital quieren trabajadores competentes, los intelectuales contemporáneos optan por ciudadanos competentes; aunque a final de cuentas las diferencias tienen mucho de ambigüedad. Lo más terrible y confuso es que ambos enfoques comparten muchos principios teóricos, situación que sólo contribuye a enrarecer el panorama y dificulta la toma de decisiones.
Una revisión somera del perfil de egreso de la Licenciatura en Educación Secundaria nos permite reconocer un enfoque social en la definición de competencias esperadas; sin embargo, al revisar los criterios y los métodos que se aplican en la evaluación de los estudiantes (Seguimiento y evaluación, en la Red Normalista), se puede observar la prelavencia del enfoque utilitario del aprendizaje.
Un primer paso para clarificar un poco el panorama puede ser la revisión y discusión de la obra de Philippe Perrenoud, uno de los autores más recomendados por el Dr. Arzola y que desde hace cuatro años se ha venido integrando al campo teórico que da sustento a la reforma educativa en nuestro país. Me gusta una advertencia que hace Perrenoud en uno de sus textos: "nada tengo que decir a quienes quieren profesores elitistas o ejecutantes dóciles".
Actualmente es posible encontrar varias de sus obras en el mercado mexicano (y la Feria del Libro puede ser un buen lugar para adquirirlas), como Diez nuevas competencias para enseñar (Graó), Desarrollar la práctica reflexiva en el oficio de enseñar (Graó), y Construir competencias desde la escuela (J C SÁEZ, éste es chileno). Pero también hay acceso a algunas de sus obras en línea (aunque la mayoría de ellas están en francés) en su web personal: http://www.unige.ch/fapse/SSE/teachers/perrenoud/php.html.
Aquí están los links a dos de sus textos en español (la web es compleja y con un sistema de catalogación muy obsoleto): Formación de docentes en el siglo XXI, y Aprender en la escuela a través de proyectos: ¿por qué?, ¿cómo?.
Por supuesto que los textos no son mágicos. He vivido la experiencia de ver cómo una excelente idea, claramente planteadaen algún texto, es torpemente tergiversada para ser usada como sustento de prácticas reprobables: no por mala voluntad sino por falta de alcances. Para evitar que eso ocurra, la única vacuna es la lectura analítica compartida y el diálogo académico responsable.
Un IQ superior al de un plátano también ayuda.
1 comentario:
Gran blog, de esos que te hacen reflexionar, pero a la vez, estar de acuerdo con todo... estoy manejando el Programa de Educación Preescolar 2004... y me doy cuenta de que es grandioso... y si en realidad lo lleváramos exitosamente, este sería un mundo perfecto, con un futuro de personas pensantes y argumentadoras... el programa no falla, somos los maestros. Saludos.
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