Visto de otra manera: puede ser que escuche una canción y le entienda perfectamente, pero su mensaje me sea completamente indiferente, hablamos entonces de comprensión sin construcción de un sentido; por el otro la'o, en ocasiones me fascina una canción en inglés que no entiendo pa' na', pero me parece muy emotiva (-¡No pongas esa, porque me meo! -¿Qué dice? -No sé, pero me meo.), entonces estoy viviendo un proceso de construcción de un sentido, aunque no tenga la menor proximidad con la comprensión del mensaje, cuyo contenido es generalmente intuido a partir de un título. Por cierto, algo parecido me pasa a mí con las canciones de Alejandro Sánz, me gustan mucho, pero el puto habla como si tuviera diarrea en una fila de 20 antes de llegar al baño, así que habitualmente no le entiendo ni madres.
La recepción o construcción del sentido es un proceso que se manifiesta con mayor facilidad en la relación con los textos poéticos. He tenido alumnas de secundaria que alucinan fervorosamente con los poemas y sonetos de Sor Juana, aunque no les entiendan "jota". Hay gente que puede enamorarse de libros que no ha leído completos. También hay gente que habla de los libros como si los hubiera leído, aunque sólo saben de ellos lo que han escuchado o leído en las solapas, pero eso es otra cosa.
Lo otro, lo de comprender sin llegar a la construcción de un sentido, es frecuente que se presente en relación con los textos informativos, como en el caso de las noticias: te enteras de que algo ocurrió, entiendes perfectamente qué ocurrió, por qué, y qué consecuencias tuvo, pero no te significa nada en lo personal, te tiene sin cuidado. Como cuando muchos maestros presentan su tema y los alumnos dicen por lo bajo: "Sí, sí. Eso está muy bien, pero para qué carajos nos sirve".
Leí este domingo un texto de Pérez Reverte que me ayudó a resignificar en lo personal la importancia de comprender y otorgar un sentido a los textos (el sentido, ¿se otorga o se extrae? de eso te hablaré posteriormente). Cito (el remarcado es mío):
Estoy sentado en una terraza, leyendo junto al viejo puerto del castillo del Huevo, en Nápoles. Y me digo que los libros sirven, entre otras cosas, para amueblar paisajes. Llegas a tal o cual sitio, aunque nunca antes hayas estado allí, y las páginas leídas permiten ver cosas que otros, menos afortunados o previsores, no son capaces de advertir. Un islote despoblado y rocoso del Mediterráneo, por ejemplo, es sólo un pedrusco seco cuando quien lo contempla desconoce las peripecias de Ulises y sus compañeros. Sin Lampedusa y su Gatopardo, Palermo no sería más que una calurosa e incómoda ciudad siciliana. Quien viaja a México ignorando los textos de Bernal Díaz del Castillo o de Juan Rulfo, no sabe lo mucho que se pierde.Entonces, como me han dicho que escribió Freyre (yo nunca lo he leído): "Leer no es sólo leer-leer, es transformar el mundo a través de lo leído". Perdóname si la cita no es textual, en todo caso, supongo que es el sentido el que prevalece; y de eso estamos hablando.
Mucho texto para un post. Leete a Oscarín, le rinde un homenaje muy sentido a su padre; leete a Ileana, habla de una maravilla de experiencia en la forma en que puede hablar de una experiencia maravillosa quien la sabe reconocer; leete a Josué, nos platica lo que ocurre con la gente que se anquilosa en sus anquilosadas prácticas docentes; leete un libro, te habla al oído. Y si quieres leerte a Reverte, aquí te dejo la dirección: Artículo completo.
1 comentario:
Saludos Marquez de Arellano estoy de acuerdo contigo.
La verdad es que cualquier tema o texto, con el cual tenemos contacto puede que te signifique o no, pero esta disyuntiva le da razón a esa "cosa"(no mires para abajo)que llamamos sensibilidad.
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