martes, 31 de julio de 2007

Flashback 1

El 8 de junio de 2003 escribí en mi web:

"Resulta que me dio mucha risa y, debo confesar, incluso se me movió un poco la ternura, con los estudiantes de la Normal Superior (la nuestra) que en días pasados han intentado hacer uso de la biblioteca para hacer sus tareas y trabajos de fin de curso. Y es que los inocentes no se dieron cuenta de que ese espacio lo tenemos dedicado últimamente a fines más elevados e importantes que su simple e intrascendente preparación académica.

La dirección de la Institución, preocupada por mejorar la calidad del servicio educativo y formativo que se brinda en esta escuela, ha organizado una serie de reuniones con los diferentes colegios y sectores con el fin de darles a conocer, e invitarlos a participar, en el PROMIN, que es un programa nacional para el mejoramiento de las escuelas normales en todo el país. Se trata, más o menos, de preparar unos buenos programas que demuestren (al menos en el papel) que estamos mejorando el nivel académico y de servicio. Si todo queda bien nos van a apoyar con una buena lana que nos permitirá seguir inaugurando espacios y hacer mejores y más cómodas oficinas; también es posible, sólo posible, que se arreglen algunas aulas y se compre algo de mobiliario escolar como lo han hecho en la Secundaria 10 sin ningún programa nacional; pero no lo den por hecho.

Es cierto que en el proceso se tienen que tomar algunas decisiones como suspender clases y cerrar espacios de servicio; pero los estudiantes tienen que entender que hay prioridades y que nadie les manda dejar las tareas para hacerlas en la escuela; en todo caso, si necesitan libros cómprenlos; si quieren estudiar, pues estudien, ¿quién los detiene?"

¿Qué ha cambiado desde entonces aparte del nombre del programa y de la directora?, ¿que ahora se aprovechan los recursos para fabricar currículos en eventos internacionales?

¿Cómo ha mejorado la calidad del servicio que presta nuestra institución a la sociedad? Creo que no se midió entonces; tampoco se ha evaluado ahora.

No cabe duda de que recordar es volver a vivir.


domingo, 29 de julio de 2007

Información y cultura

Al leer el periódico el día de hoy, he llegado a la conclusión de que existen dos tipos principales de periodistas: los cultos y los informados; ambos tipos poseen adscritos capaces de generar textos disfrutables y, en mayor o menor medida, reveladores. Llamo informado al periodista que es lector y perseguidor insaciable de lo actual, lo moderno y lo inminente; habitualmente ubicados en el campo de la divulgación y la crítica, son lo que se llama "hombres (o mujeres) de su tiempo".

Un ejemplo de periodista informado (el "tipo", me atrevería a decir) es Luis González de Alba, quien hoy hace una reflexión estilo centón a partir de textos de Sagan. Me llama la atención una cita en particular:
La seudociencia se diferencia de la ciencia equivocada. La ciencia aprovecha sus errores, cortándolos uno a uno. Las falsas conclusiones se desechan con el tiempo [...] La seudociencia hace exactamente lo contrario: sus hipótesis son invulnerables a cualquier experimento que ofrezca rebatirlas, de ahí que ni siquiera en principio puedan ser invalidadas (págs. 20.21).
Y me llama la atención porque me permite reconocer la forma en que opera la "burda mafia" que se ha apoderado de la Normal Superior. A falta de conocimientos firmes que les permitan controlar académicamente a la Institución (el control político ya lo tienen, la administración está inutilizada, y la academia sería el último bastión de la crítica y la razón), a falta de conocimientos, decía, se han dedicado a establecer ridículas reglas de trabajo "académico" fundamentadas en una cantidad limitada de textos interpretados de manera que sólo puedo calificar de sui generis. Estos torpes principios de actuación son planteados como incuestionables y deben ser acatados por quien aspire a trabajar en la Modalidad Mixta, donde se labora por contrato.

La consecuencia natural de esta forma de actuar de la burda mafia ha sido la retirada cada vez más evidente y sensible de los docentes de experiencia en la Modalidad Mixta, dejando la formación de nuevas generaciones de docentes en manos de inexpertos que, en su mayoría, son "orientados" en su actuación por "asesores" de cheque y de papel que suelen carecer de los conocimientos y las experiencias necesarios para cumplir una función tan estratégica. Eso sí, todos dan la impresión de trabajar mucho; lo cual me lleva a retomar mi reflexión inicial.

El segundo tipo de periodista, el culto, es el hombre que cuenta con una amplia experiencia de la vida en sociedad, conoce el pasado y el presente no sólo de su entorno, sino también de diferentes culturas y sociedades. Ávido lector de textos literarios es capaz de interpretar los fenómenos contemporáneos en relación con los ya ocurridos en otros tiempos y espacios. Sus principales espacios de desempeño son la crónica interpretativa, la crítica y la reflexión.

El día de hoy he leído a Arturo Pérez-Reverte, a quien considero un periodista culto además de ser escritor, y hace una interesante reflexión sobre la utilidad social de retomar la literatura clásica infantil para contribuir a la formación de los nuevos ciudadanos "Para que se vacunen, vaya. O empiecen a hacerlo. Y me refiero a la vida de verdad: la vida real".

Ejemplifica su punto de vista exponiendo el valor alegórico del cuento "El traje nuevo del emperador" en relación con lo que ocurre en muchos sistemas políticos actuales. Para aquel que, atrapado por lo contemporáneo, desconoce el cuento, le explico: Se trata de un emperador fatuo que es timado por unos pillos que le hacen creer que pueden elaborar una tela mágica que será invisible "para aquél indigno de ocupar un puesto en la corte" (versiones subsecuentes lo vuelven invisible para los torpes o para los ignorantes). Por supuesto que todos, incluyendo al emperador, fingen ver lo que no existe: los que tienen puesto para no perderle, y los que no le tienen para no evidenciar que su exclusión es merecida. Después de esquilmar una cantidad considerable del erario, la "tela" se usa para elaborar un traje de gala que será lucido públicamente. Cito:
Por fin, el día del estreno del traje nuevo, el emperata sale a la calle en solemne procesión, llevándole la cola los cortesanos y pelotilleros de plantilla; y todos los súbditos, faltaría más, por aquello de qué dirán y el no vayan a creer que yo, etcétera, se deshacen en elogios y alabanzas del traje, poniéndolo de sublime para arriba, sin que nadie se atreva a reconocer que no ve un carajo

Y bueno, como decía anteriormente, así es como funcionan las cosas en la Mixta de la ENS y así es como la Dirección aspira a que funcionen en la Modalidad Escolarizada. Los buenos son los que aplauden a todo lo que se hace desde el recinto imperial y todo mundo dice que ve el traje para no perder las muchas o pocas prerrogativas que tiene. Las muy alabadas reuniones de academia, en las que he participado suficientes veces como para saber de qué hablo, son meras simulaciones de trabajo, donde se cumple con un número establecido de "horas nalga" llenando formatos inútiles que corresponden a los "lineamientos de trabajo académico" que mencioné anteriormente. Las cacareadas evaluaciones y cursos de capacitación son otros desvergonzados fraudes, inventados por la burda mafia, que no pasarían un mínimo control de calidad. Pero todo mundo aplaude. Mientras no les quiten sus puestos seguirán diciendo que el traje es divino... aunque el emperador ande en pelotas.

Y que se joda la educación.

Las direcciones de las editoriales citadas son:
Del texto de González de Alba:
http://www.milenio.com/monterrey/milenio/firma.php?id=537381
Del texto de Pérez-Reverte:
http://www.milenio.com/monterrey/milenio/firma.php?id=537390

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martes, 24 de julio de 2007

Lecturabilidad

No me culpes. A mí tampoco me gusta el neologismo, que más bien suena a barbarismo. Pero resulta que cuando queremos estudiar las relaciones que se establecen entre textos y lectores, los niveles de legibilidad que se le puedan conceder al texto resultan insuficientes para explicar porqué algunos textos son más fáciles de leer que otros, o por qué unos textos resultan más atractivos que otros.

Para abrir boca te puedo decir que las aventuras de Harry Potter tienen más lecturabilidad que las narraciones de García Márquez. Esto nos da un par de indicadores para descifrar el concepto: no tiene relación con las características estéticas o literarias (a la Rowling no le van a dar nunca el Nobel de literatura... y para lo que le importa), y su medición debe hacerse de manera estadística.

Toma en cuenta que cualquier texto publicado en un medio arbitrado (donde un lector experto o un comité editorial tuvo que aprobar la publicación) es necesariamente legible; en medios no arbitrados como la Internet o las autoediciones, privadas o institucionales, es frecuente encontrar textos con bajo índice de legibilidad, pero esa es otra historia.

La lecturabilidad es definida por Kaufman y Rodríguez (La escuela y los textos, Santillana Aula XXI, 2001) como "la vinculación entre los intereses y habilidades del lector por un lado y las características temáticas y retóricas de los textos por el otro". Dicho de otra manera, un texto tiene lecturabilidad para un tipo de lector, los adolescentes de una secundaria ubicada en un barrio de clase media por ejemplo, en la medida en que el tema les resulta atractivo y la forma de presentarlo es legible en relación con sus habilidades lectoras. Leer a Borges, por ejemplo, resulta relativamente simple para un lector experto y con un nivel estandar de cultura, pero es una tarea tediosa y poco gratificante para la mayoría de los adolescentes mexicanos; Entonces, estadísticamente, los textos de Borges poseen un nivel muy bajo de lecturabilidad entre los adolescentes.

Algunos de los indicadores de la lecturabilidad del texto, todos en relación con un presunto lector, son: a) Vinculación del tema con sus intereses, b) Relación del contenido con sus conocimientos y experiencias previas, c) Familiaridad con el léxico empleado, d) Longitud de las palabras, e) Longitud de las frases -ojo, no de las oraciones-, y f) Longitud de los párrafos. O sea que el tamaño sí importa, y pequeño es mejor... al menos para un lector novato. En medios editoriales se consideran otras variables como tamaño y tipo de letra, colores, ilustraciones, etcétera, también como criterios de lecturabilidad.

Porque así es la cosa, para un lector experto prácticamente cualquier texto tiene lecturabilidad, con la única limitación del campo de interés y el nivel de conocimientos previos en el tema; en cambio, para un lector con poca experiencia se deben considerar aspectos de adecuación, gramática, estilo y presentación muy específicos. Un ejemplo en concreto: a quien lee poco le asustan los textos con letra muy pequeña y sin ilustraciones.

¿Vas captando el hilo? Un texto debe poseer legibilidad que es un conjunto de propiedades textuales, lecturabilidad que es un conjunto de características de relación contextual, y un tercer atributo que se llama comprensibilidad. Pero de ello te platicaré después. Por ahora trata de encontrarle la legibilidad y la lecturabilidad a este texto.

lunes, 23 de julio de 2007

Legibilidad

Cuando me preguntan que si un texto me parece bueno o no, aplico el único criterio que me parece legítimo y aceptable: el nivel de legibilidad; es decir, la forma en que el autor ha cooperado conmigo como lector para facilitarme el acceso al contenido del texto. Tú entiendes, ¿no?; que se cierre el circuito de la comunicación. Ya puedo estar convencido o no de lo que se afirma, creer o negar lo que se informa, gozar o repudiar lo que se me narra... siempre y cuando me sea posible entenderlo.

Ya sabes, lo de siempre, como cuando platicas con alguien; procuras usar palabras que el otro va a entender, dices las cosas en forma que suenen lógicas y procuras que haya cierta fluidez en tu conversación. Dicho de otra manera, le otorgas a tu discurso adecuación, coherencia y cohesión, que son los términos que usamos los maestros de lengua para nombrar a esas características de los textos. Estas tres propiedades están tan relacionadas con el contenido (lo que estás pensando al momento de hablar y tratas de transmitir) que yo diría que son las más importantes. Digo, saber ligar palabras, la gramática, también es importante, pero si no tuvieras ya un dominio de la gramática no podrías hablar nuestra lengua, y punto.

Otras dos propiedades del texto (que esto es hablar con propiedad), son el estilo y la presentación, donde, como con los parados que permiten que se nos reconozca de lejos, cada quien tiene su propia forma de hablar y (cuando la escuela no nos ha jodido convirtiéndonos en replicantes) su forma particular de redactar. Así como nadie habla igual a otra persona (parecido puede ser, pero no igual), nadie plasma sus ideas por escrito igual que otros. La presentación es simplemente la forma que se le da al texto para adaptarlo a las necesidades de comunicación: formal-informal, planeado-espontáneo, oral-escrito, extenso-breve, etcétera. Y mira: en un mundo racional, donde se respeta al pensamiento y a la creatividad, la forma queda supeditada al contenido y a los propósitos; así es como debiera ser.

Pero (e inicio párrafo con una conjunción) en el bendito inframundo en que laboro, centro formador de docentes que debiera privilegiar a la razón y combatir dogmas y servidumbres y promover la creatividad (injustificable polisíndeton), se otorga una incomprensible (bueno, no tanto) e injustificable (reduplicación cacofónica -y epíteto deleznable-) primacía a la forma sobre el contenido en la elaboración de textos académicos, pasando por los multiformes y policondicionales ensayos, hasta llegar al mitificado documento recepcional; decepcional que le dicen los elaborantes o perpetradores.

Y es que elementos de presentación, mero formulismo y formatismo, son la ortografía, extensión de frases y párrafos, tamaño y tipo de letra, márgenes, estilo de citado y de referenciado (principal contribución de los psicólogos a la academia, unas normas APA que son usadas como camisa de fuerza para la creatividad). ¿Sabes por qué los responsables se fijan tanto más en la forma que en el contenido? Simple. Porque es más fácil revisar formas que entender-interpretar-aportar a contenidos.

Ahora tenemos alumnos que al llegar a cuarto año tienen que olvidarse de todo lo que aprendieron sobre el trabajo escolar de tres años y volverse expertos en algo que se les exige hacer sin que se les haya enseñado en ningún momento (y conste que si el currículo no lo contempla ha de ser por algo): hacer reportes de investigación (son reportes de investigación aunque los obliguen a quitarles las marcas textuales que los identifican como tales). De la forma en que los restringen y conducen para escribir los contenidos ya te platicaré en otra ocasión.

Por ahora, lo que me interesa decirte es que un texto legible es aquel que se puede leer; ese donde el autor plasma sus ideas, experiencias y expectativas. Y yo pienso que en nuestra sociedad necesitamos maestros que sepan enseñar y después hacer textos legibles donde hablen de sus experiencias.

No creo, en cambio, que necesitemos de tantos Licenciados en Elaboración de Documento Recepcional.

¿O tú qué opinas?

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miércoles, 4 de julio de 2007

¿Así o más surrealista?

"Algo está podrido en Dinamarca". Me encanta el sentido alegórico que pueden tomar las palabras de Hamlet cuando evaluamos situaciones del mundo real (me gustaría entrecomillar real, pero acabaría encerrado en una secuencia de mundos posibles similar a un juego de matrushkas rusas, por lo que prefiero abstenerme de tal implicatura).

Hace unos momentos me presenté en el área académica (así se llama el sector de la escuela donde se encuentran los responsables de la gestión escolar de nuestra normal) para tratar de entregar unos exámenes de regularización que los tres alumnos sustentantes reprobaron. Resulta que no había ninguna secretaria para recibirlos; aquí es donde yo no entiendo para qué carajos insisten en que alumnos y maestros acudamos desde temprano a la escuela si las áreas de servicio siguen abriendo a las cinco como desde hace 45 años. Ante la ausencia de secretarias me dirijo con el responsable inmediato superior: la jefa de docencia bipolar.

Déjame te explico. En mi escuela hay una jefatura de docencia que es ocupada simultáneamente por dos profesoras; esta rara situación se ha justificado diciendo que ambas tienen medio tiempo y el trabajo es de tiempo completo. Más extraño es que, a pesar del aparente inconveniente financiero, casi siempre están las dos juntas. Ignoro si se trata de la percepción de que con ambas no se completa una, o si, en una de esas extrañas relaciones simbióticas que se dan en la naturaleza, aunque están juntas usan alternadamente el cerebro de una mientras el otro descansa. El punto es que cuando llegué a la oficina, sólo había media jefa, es decir que sólo estaba una de ellas (sé que una se llama Gabriela y la otra Rocío, pero como todo el tiempo se lo han pasado juntas, ignoro cuál es cuál), y le pregunté que si debía de entregarle a ella...

Tiempo atrás estas cosas eran muy sencillas: el Coordinador de especialidad resolvía todo. En el nuevo afán de hacer notengolaputaideaqué, desaparecieron a los antiguos coordinadores y nombraron unas figuras monigotescas que nadie conoce, trata o respeta. Resulta que me dice la mencionada media jefa que tengo que entregarle a cada alumno el examen revisado y el acta donde digo que no acreditaron, para que se vayan a corretear al etéreo coordinador para que les firme... ¡¿Te das cuenta?! No es que sea desconfiado, pero hay ciertos límites de procedimiento sobre los que la gente de la Administración Legítima, Legal y Ampliada no tiene la menor idea.

Me voy porque tengo que averiguar quién es el susodicho coordinador y arrancarle una firma. A ver si no me la niega por no ser alumno.