jueves, 6 de diciembre de 2007

El colectivo

Por encima de una amplia variedad de posibilidades, los colectivos de docentes han demostrado ser la mejor opción para el desarrollo de los procesos de actualización y formación permanente de los docentes en servicio en todos lo niveles. Esta certeza se ha reflejado en esfuerzos institucionales y propuestas metodológicas promovidas por los diferentes ministerios de educación internacionales, principalmente en países donde propuestas más sistemáticas han fracasado para abatir el rezago escolar.

En México, los colectivos docentes enfrentan escollos que no siempre les es fácil salvar y que, la mayoría de las veces, acaban por hacerles naufragar. Entre las principales dificultades para la instalación de auténticos grupos colegiados de análisis y reflexión sobre la práctica docente, se me ocurre mencionar las siguientes:
  • Quienes más se interesan en participar son los docentes que menos requieren de actualización; esta aparente paradoja se explica por sí misma si asumimos que son los docentes más preocupados por mejorar su desempeño quienes obtienen mejores resultados.
  • Las administraciones escolares suelen ver las reuniones de colegas como espacios para el desperdicio de tiempo y para promover la sedición (mírese si no lo ocurrido en la Normal Superior de Nuevo León, la mía, donde los colegios académicos fueron disueltos por ser considerados "cotos de poder" por gente que no tolera compartir el control, acabando de pasada con lo poco bueno que había de trabajo académico en la Institución).
  • Complementando lo anterior, las reuniones colegiadas tienden a ser convertidas en juntas de llenado de documentos y formatos que si bien no cumplen con los propósitos naturales de este tipo de reuniones, permiten contar con una cantidad considerable de "evidencias" de que se está trabajando (ya en otra ocasión abordaré el tema del "evidencialismo" que plaga a nuestros procesos educativos).
  • Los colectivos docentes, en tanto grupos tanto o menos organizados, suelen ser vistos como jugoso botín por los muchos aspirantes a líderes que llegan a manipularles para sus intereses particulares o a destruirles para que no sean útiles a alguien más.
  • La comunidad educativa en general ha aprendido a desconfiar de los colectivos docentes, grupos colegiados, reuniones académicas y propuestas similares, a causa de los estilos y procedimientos que suelen caracterizar a estas reuniones: objetivos preestablecidos, procedimientos impuestos, modelos verticales de instrucción, agendas rígidas dominadas por el manejo del tiempo más que de los logros, y una amplia gama de etcéteras que vienen a la mente de los docentes cada vez que se les anuncia de la inminencia de una reunión de academia.
Ante las circunstancias descritas, me enorgullece saludar la intención de mis colegas de la Especialidad de Español de instaurarse en colectivo docente para el análisis y reflexión del trabajo académico entre pares. Sabemos que el camino no está parejo y que seguramente seremos objeto de los habituales ataques que este tipo de acciones suele provocar en un organismo tan poco comprometido con el trabajo académico como lo es nuestra Normal.

Tenemos la experiencia exitosa del pasado; confiamos en el logro.

Ya les daré razón de lo que ocurra.

1 comentario:

Luz Rodríguez Llanes dijo...

Qué importan los ataques, lo que verdaderamente importa es crecer para ayudar a nuestros alumnos y por consiguiente a nuestra querida normal.