martes, 24 de julio de 2007

Lecturabilidad

No me culpes. A mí tampoco me gusta el neologismo, que más bien suena a barbarismo. Pero resulta que cuando queremos estudiar las relaciones que se establecen entre textos y lectores, los niveles de legibilidad que se le puedan conceder al texto resultan insuficientes para explicar porqué algunos textos son más fáciles de leer que otros, o por qué unos textos resultan más atractivos que otros.

Para abrir boca te puedo decir que las aventuras de Harry Potter tienen más lecturabilidad que las narraciones de García Márquez. Esto nos da un par de indicadores para descifrar el concepto: no tiene relación con las características estéticas o literarias (a la Rowling no le van a dar nunca el Nobel de literatura... y para lo que le importa), y su medición debe hacerse de manera estadística.

Toma en cuenta que cualquier texto publicado en un medio arbitrado (donde un lector experto o un comité editorial tuvo que aprobar la publicación) es necesariamente legible; en medios no arbitrados como la Internet o las autoediciones, privadas o institucionales, es frecuente encontrar textos con bajo índice de legibilidad, pero esa es otra historia.

La lecturabilidad es definida por Kaufman y Rodríguez (La escuela y los textos, Santillana Aula XXI, 2001) como "la vinculación entre los intereses y habilidades del lector por un lado y las características temáticas y retóricas de los textos por el otro". Dicho de otra manera, un texto tiene lecturabilidad para un tipo de lector, los adolescentes de una secundaria ubicada en un barrio de clase media por ejemplo, en la medida en que el tema les resulta atractivo y la forma de presentarlo es legible en relación con sus habilidades lectoras. Leer a Borges, por ejemplo, resulta relativamente simple para un lector experto y con un nivel estandar de cultura, pero es una tarea tediosa y poco gratificante para la mayoría de los adolescentes mexicanos; Entonces, estadísticamente, los textos de Borges poseen un nivel muy bajo de lecturabilidad entre los adolescentes.

Algunos de los indicadores de la lecturabilidad del texto, todos en relación con un presunto lector, son: a) Vinculación del tema con sus intereses, b) Relación del contenido con sus conocimientos y experiencias previas, c) Familiaridad con el léxico empleado, d) Longitud de las palabras, e) Longitud de las frases -ojo, no de las oraciones-, y f) Longitud de los párrafos. O sea que el tamaño sí importa, y pequeño es mejor... al menos para un lector novato. En medios editoriales se consideran otras variables como tamaño y tipo de letra, colores, ilustraciones, etcétera, también como criterios de lecturabilidad.

Porque así es la cosa, para un lector experto prácticamente cualquier texto tiene lecturabilidad, con la única limitación del campo de interés y el nivel de conocimientos previos en el tema; en cambio, para un lector con poca experiencia se deben considerar aspectos de adecuación, gramática, estilo y presentación muy específicos. Un ejemplo en concreto: a quien lee poco le asustan los textos con letra muy pequeña y sin ilustraciones.

¿Vas captando el hilo? Un texto debe poseer legibilidad que es un conjunto de propiedades textuales, lecturabilidad que es un conjunto de características de relación contextual, y un tercer atributo que se llama comprensibilidad. Pero de ello te platicaré después. Por ahora trata de encontrarle la legibilidad y la lecturabilidad a este texto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Fer: Me gustaria saber en dónde puedo leer o saber más sobre lecturabilidad, porque estoy realizando mi proyecto de tesis.
Gracias
Raquel Peimbert
Mi e-mail es ferpeimbert@yahoo.com