viernes, 7 de septiembre de 2007

Flashback III

¿Todo mundo miente? ¿O sólo miente quien espera sacar provecho de la mentira?

Originalmente publicado el 2 de abril de 2003:


De apariencias que engañan II

Continuo con mi valiosa aportación cultural al espacio de los conocimientos inútiles que todo individuo debe poseer para demostrar que sabe cosas que no sirven para nada. Hoy nos ocuparemos del vocablo alemán kitsch.

Kitsch: Umberto Eco, en su ensayo Estructura del mal gusto (Apocalípticos e integrados, Lumen, 1999), toma la explicación de Ludwig Giesz; cito: «la primera aparición de la palabra data de la segunda mitad del siglo XIX, cuando los turistas americanos que deseaban adquirir un cuadro barato, en Mónaco, pedían un bosquejo (sketch). De ahí vendría el término alemán para designar la vulgar pacotilla artística, destinada a compradores deseosos de fáciles experiencias estéticas».

Por su parte, Milán Kundera llama kitsch a las acciones gubernamentales tendientes a ocultar la realidad del estado; con obras fastuosas que no resuelven nada, discursos optimistas pero falsos que pretenden negar los problemas sin resolverlos, con actitudes paternalistas y protectoras que difieren la búsqueda de soluciones; en suma: ocultando la incompetencia con apariencias.

Entendido de esa manera, es kitsch regalarles bicicletas a los niños pobres para que lleguen a las escuelas que están lejos en lugar de ofrecerles alternativas más accesibles de educación; es kitsch decir que la economía del país está mejor que nunca cuando esa mejora se encuentra lejos de los bolsillos de los ciudadanos; es kitsch gastar cantidades ofensivas del presupuesto estatal en un puente atirantado cuando existen graves problemas de vialidad no resueltos; es kitsch decir que Nuevo León tiene el primer lugar en educación del país haciendo una manipulación de los resultados de evaluaciones que no tienen nada que ver con el rendimiento escolar del estado; es kitsch el uso de términos como "unidad", "amistad", "diálogo", "democracia", "participación" en el contexto de sistemas autoritarios y cupulares.

A diferencia del snobismo, que puede llegar a resultar cómico y hasta simpático, el kitsch raya en los umbrales de la perversión, pues está constituido por acciones intencionadamente orientadas al engaño y a la manipulación. Yo me atrevo a afirmar que actualmente, tanto a nivel nacional como local, estamos viviendo en la cultura del kitsch, y lamentablemente cada vez cuenta con más seguidores.


Aclaro que se trata de una transcipción. En el presente cambiaría algunas afirmaciones, pero entonces estaría haciendo trampa contra la memoria.

Total: el kitsch no se acaba.

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